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5 formas sorprendentes en las que el ejercicio puede cambiar tu cerebro y tu manera de ver la vida

Mover su cuerpo es una de las cosas más beneficiosas que puedes hacer por tu mente.


Todos hemos escuchado que el ejercicio es bueno para nosotros: cómo fortalece nuestros corazones y pulmones y nos ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes. Es por eso que a muchos de nosotros nos gusta hacer Propósitos de Año Nuevo que incluyen hacer ejercicio, sabiendo que nos hará más saludables y viviremos más tiempo.


Pero muchas personas no conocen los otros beneficios importantes del ejercicio: cómo puede ayudarnos a encontrar la felicidad, la esperanza, la conexión y el coraje.


En todo el mundo, las personas que son físicamente activas son más felices y están más satisfechas con sus vidas. Tienen un sentido de propósito más fuerte y experimentan más gratitud, amor y esperanza. Se sienten más conectados con sus comunidades y tienen menos probabilidades de sufrir soledad o deprimirse.


Estos beneficios se ven a lo largo de la vida, incluso entre aquellos que viven con serios desafíos de salud mental y física. Eso es cierto si tu actividad preferida es caminar, correr, nadar, bailar, andar en bicicleta, practicar deportes, levantar pesas o practicar yoga


¿Por qué el movimiento está vinculado a una gama tan amplia de beneficios psicológicos? Una razón son sus poderosos y profundos efectos en el cerebro. Aquí hay cinco formas sorprendentes de que estar activo es bueno para tu cerebro, y cómo puedes aprovechar estos beneficios.


1. El ejercicio  te prepara para conectarte con otros

Aunque generalmente se describe como el subidón de un corredor, un aumento del estado de ánimo inducido por el ejercicio no es exclusivo de la carrera. Una dicha similar se puede encontrar en cualquier actividad física sostenida.


Los científicos han especulado durante mucho tiempo que las endorfinas están detrás de la subida, pero la investigación muestra que la subida está vinculada a otra clase de químicos cerebrales: los endocannabinoides (los mismos químicos imitados por el cannabis), lo que los neurocientíficos describen como químicos "no te preocupes, sé feliz".


Las áreas del cerebro que regulan la respuesta al estrés, incluida la amígdala y la corteza prefrontal, son ricas en receptores para endocannabinoides. Cuando las moléculas endocannabinoides se bloquean en estos receptores, reducen la ansiedad e inducen un estado de satisfacción. Los endocannabinoides también aumentan la dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo que alimenta aún más los sentimientos de optimismo.


El ejercicio también nos prepara para conectarnos con los demás, al aumentar el placer que derivamos de estar cerca de otras personas, lo que puede fortalecer las relaciones. Muchas personas usan el ejercicio como una oportunidad para conectarse con amigos o seres queridos. Entre las parejas casadas, cuando los cónyuges hacen ejercicio juntos, ambas parejas informan más cercanía más tarde ese día, incluso se sienten amados y apoyados.


Otro estudio encontró que en los días en que las personas hacen ejercicio, informan interacciones más positivas con amigos y familiares. Como un corredor me dijo: "Mi familia a veces me envía a correr, ya que saben que volveré a ser una persona mucho mejor".


2. El ejercicio puede hacer que tu cerebro sea más sensible a la alegría.

Cuando haces ejercicio, proporcionas una sacudida de baja dosis a los centros de recompensa del cerebro: el sistema del cerebro que te ayuda a anticipar el placer, sentirte motivado y mantener la esperanza. Con el tiempo, el ejercicio regular remodela el sistema de recompensas, lo que conduce a niveles circulantes más altos de dopamina y a más receptores de dopamina disponibles. De esta manera, el ejercicio puede aliviar la depresión y ampliar tu capacidad de alegría.


Estos cambios también pueden reparar los estragos neurológicos causados ​​por el abuso de sustancias. El abuso de sustancias reduce el nivel de dopamina en el cerebro y reduce la disponibilidad de receptores de dopamina en el sistema de recompensa. Como resultado, las personas que luchan contra la adicción pueden sentirse desmotivadas, deprimidas, antisociales e incapaces de disfrutar los placeres ordinarios. El ejercicio puede revertir esto.


En un ensayo aleatorio, los adultos en tratamiento por abuso de metanfetamina participaron en una hora de caminata, trote y entrenamiento de fuerza tres veces por semana. Después de ocho semanas, sus cerebros mostraron un aumento en la disponibilidad del receptor de dopamina en el sistema de recompensa.


Poner en marcha el sistema de recompensa del cerebro beneficia no solo a aquellos que luchan con la depresión o la adicción. Nuestros cerebros cambian a medida que envejecemos, y los adultos pierden hasta el 13 por ciento de los receptores de dopamina en el sistema de recompensa con cada década que pasa. Esta pérdida conduce a un menor disfrute de los placeres cotidianos, pero la actividad física puede prevenir la disminución. En comparación con sus pares inactivos, los adultos mayores activos tienen sistemas de recompensa que se parecen más a los de las personas que son décadas más jóvenes.


3. El ejercicio te hace valiente

El coraje es otro efecto secundario de la actividad física en el cerebro. Al mismo tiempo que un nuevo hábito de ejercicio mejora el sistema de recompensas, también aumenta las conexiones neuronales entre las áreas del cerebro que calman la ansiedad. La actividad física regular también puede modificar el estado predeterminado del sistema nervioso para que se vuelva más equilibrado y menos propenso a luchar, huir o asustar.


La investigación más reciente incluso sugiere que el lactato, el subproducto metabólico del ejercicio que comúnmente se culpa, pero erróneamente, del dolor muscular, tiene efectos positivos en la salud mental. Después de que los músculos liberan lactato, viaja a través del torrente sanguíneo hasta el cerebro, donde altera su neuroquímica de una manera que puede reducir la ansiedad y proteger contra la depresión.


A veces, el movimiento en sí mismo nos permite experimentarnos como valientes, ya que el lenguaje que usamos para describir el coraje depende de las metáforas del cuerpo. Superamos obstáculos, atravesamos barreras y caminamos a través del fuego. Llevamos cargas, buscamos ayuda y nos levantamos unos a otros. Así es como nosotros, como humanos, hablamos de valentía y resiliencia.


Cuando nos enfrentamos a la adversidad o dudamos de nuestra propia fuerza, puede ayudar sentir estas acciones en nuestros cuerpos. La mente instintivamente tiene sentido en las acciones físicas. A veces necesitamos escalar una colina real, levantarnos o trabajar para cargar una carga pesada, para saber que estos rasgos son parte de nosotros.


4. Moverse con otros genera confianza y pertenencia.

En 1912, el sociólogo francés Émile Durkheim acuñó el término efervescencia colectiva para describir la auto-trascendencia eufórica que sienten los individuos cuando se mueven juntos en un ritual, oración o trabajo. Moverse con otras personas, por ejemplo, en ejercicios grupales, yoga o clases de baile, es una de las formas más poderosas de experimentar alegría.


Los psicólogos creen que la clave para producir alegría colectiva es la sincronía, moverse de la misma manera y al mismo tiempo que los demás, porque desencadena la liberación de endorfinas. Es por eso que los bailarines y remeros que se mueven sincronizados muestran un aumento en la tolerancia al dolor.


Pero las endorfinas no solo nos hacen sentir bien; también nos ayudan a establecer vínculos. Las personas que comparten endorfina se apresuran a través de una actividad colectiva como, confiar y sentirse más cerca el uno del otro. Es un poderoso mecanismo neurobiológico para formar amistades, incluso con personas que no conocemos.


El ejercicio grupal ha logrado capitalizar los beneficios sociales del movimiento sincronizado. Por ejemplo, cuanto más aumentes tu ritmo cardíaco, más cerca te sentirás de las personas con las que te mueves al unísono, y agregar música mejora el efecto. Respirar al unísono también puede amplificar el sentimiento de alegría colectiva, como puede suceder en una clase de yoga.


Nacimos con cerebros capaces de crear una sensación de conexión con los demás que es tan visceral como la retroalimentación proveniente de nuestro propio corazón, pulmones y músculos. ¡Eso es algo asombroso! Los humanos podemos pasar la mayor parte de nuestras vidas, sintiéndonos y percibiéndonos separados, pero a través de una pequeña acción, unirnos en movimiento, disolvemos los límites que nos dividen.


5. Intentar una nueva actividad puede transformar tu autoimagen

Cada vez que mueves tu cuerpo, los receptores sensoriales en tus músculos, tendones y articulaciones envían información a tu cerebro sobre lo que está sucediendo. Es por eso que si cierras los ojos y levantas un brazo, puede sentir el cambio de posición y saber dónde está tu brazo en el espacio. No tienes que mirar lo que está sucediendo; Puedes sentirte a ti mismo.


La capacidad de percibir los movimientos del cuerpo se llama propiocepción, y a veces se la conoce como el "sexto sentido". Nos ayuda a movernos por el espacio con facilidad y habilidad y desempeña un papel sorprendentemente importante en el autoconcepto: cómo piensas acerca de quién eres y cómo te imaginas que otros te ven.


Cuando participas en cualquier actividad física, el sentido de ti mismo momento a momento está determinado por las cualidades de tu movimiento. Si te mueves con gracia, tu cerebro percibe el alargamiento de tus extremidades y la fluidez de tus pasos, y se da cuenta, "soy agraciado". Cuando te mueves con poder, tu cerebro codifica la contracción explosiva de los músculos, siente la velocidad de los músculos, la acción y entiende: "Soy poderoso". Si hay una voz en tu cabeza que dice: "Eres demasiado viejo, demasiado torpe, demasiado grande, demasiado roto, demasiado débil", las sensaciones del movimiento pueden proporcionar un contraargumento convincente.



Los logros físicos cambian tu forma de pensar sobre ti mismo y de lo que eres capaz, y el efecto no debe subestimarse. Una mujer con la que hablé compartió una historia sobre cuando tenía poco más de 20 años y se encontraba muy deprimida, con un plan para quitarse la vida. El día que tenía la intención de hacerlo, fue al gimnasio para un último entrenamiento. Ella, que acostumbraba el levantamiento de pesas, cargó 185 libras, su mejor marca hasta entonces. Cuando bajó la barra, se dio cuenta de que no quería morir. En cambio, recuerda: "Quería ver lo fuerte que podía llegar a ser". Cinco años después, podía levantar 300 libras.


Claramente, nacimos para movernos, y los efectos del ejercicio en nuestro bienestar psicológico y social son muchos. Entonces, ¿por qué no comenzar bien el año nuevo y agregar más movimiento a tu vida? Sin duda te sentirás mejor, serás más feliz y tendrás mejores relaciones sociales gracias a eso.

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